Eduardo Gil

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Eduardo Gil
(Artista, fotógrafo, viajero, docente y curador)


Veo veo, Ed. Nro. 44, Septiembre 2005, Páginas 14-17.



1.- ¿Por qué te interesa desarrollar ideas a través de la fotografía?


Con la fotografía me sentí cómodo desde el principio. Aún cuando era un ignorante total, percibía que había algo mágico, profundo, que me conectaba con las cosas del mundo de un modo especial. La cámara fue la herramienta perfecta que, por alguna razón, condensaba diferentes búsquedas anteriores que iban desde la sociología hasta la aviación o desde ser un pichón de yuppie a la militancia. Había agotado cada una de éstas, y otras experiencias que no terminaban de cerrarme como forma de vida.

A los 27 años (en el '76) mi vida, la vida de todo el país, cambió. Fue en ese momento cuando la fotografía se cruzó en mi camino y bueno, ¡fue un enamoramiento instantáneo! Durante años trabajé un tipo de fotografía clásico, "duro", que se podría resumir como "Leica y Tri-x".

Viajé muchísimo por Latinoamérica, que fue mi primer gran tema. Muchos retratos, fotos en marchas campesinas, protestas obreras, celebraciones religiosas... blanco y negro, mucho contraste, mucho grano, etc.

Siguió un ensayo en el Hospital Borda en el que hice fotos durante dos años y medio. Más tarde trabajé con los cementerios latinoamericanos.

La cámara era una parte más de mi cuerpo, la llevaba siempre. Fotografiaba todo lo que se me cruzaba. Accidentes de tránsito, escenas a la sauvette, manifestaciones, represión policial; me metía en cualquier lado y a veces me comía algún palo haciendo fotos que nadie me había pedido y que tampoco intentaba vender. Disfrutaba la adrenalina, la acción. ¡¡Sentía que con mis fotos podría cambiar el mundo!!

Fotografiando las siluetas de los desaparecidos, las Marchas de la Resistencia, comenzó a gestarse un trabajo que hice entre el '85 y el 2000, que culminó en el libro "(argentina)" donde metaforizo acerca de cómo quedamos después de la dictadura militar. Ahí la técnica es más descontracturada, menos preocupado por la "buena foto" y más por el discurso y las asociaciones entre imágenes.

Desde mediados de los '90 comienzo a prestar atención a algunas fotos en color que fueron surgiendo, casi sin darme cuenta, entre medio de la actividad profesional. Empiezo a juntarlas a modo trípticos o polípticos, muy cargados de simbolismos y referencias a mis obsesiones de siempre. Esto me permite resignificar imágenes hechas en épocas y contextos diferentes (una foto en el norte de Italia, otra en Paraguay, en un matadero clandestino, una virgen de un convento cordobés, un pez espada en Galicia y otra en la sierra peruana, por mencionar una obra muy vista que está en la colección del Museo de Arte Moderno). De este modo me puedo meter con distintas cuestiones de trabajo, alejándome del clásico ensayo de largo aliento. Son también de esta época algunas intervenciones urbanas (el Corte en el '95, Merry Christmas en 2000...)

El paso siguiente, mi producción en los últimos años, podría definirse como un paulatino trabajo de autoconstrucción, de corrimiento del lugar cómodo que el "oficio" posibilita. Una búsqueda de síntesis en la cual intento excluir todo expresionismo, romanticismo y aún todo simbolismo.

Comienzo a necesitar mayores tamaños de impresión y formas de exhibición menos convencionales, adopto una técnica híbrida analógico-digital, utilizo cámaras de formato medio y alterno el trabajo en exteriores con tomas de estudio.

Mi obra actual es algo así como una revisión crítica de mis propios paradigmas, un ejercicio de abstinencia en el que quiero dejar que la potencia de lo indicial se manifieste en silencio y la percepción se encargue de rellenar los huecos...




2.- ¿Qué importancia tiene estudiar historia de la fotografía?


Yo diría que es importante transitar la historia del arte en general. Una historia entendida no como una sucesión cronológica de escuelas y estilos sino como un proceso dinámico y contradictorio, dialéctico, que no puede entenderse fuera de los avatares sociales, políticos y económicos de cada momento. A partir de ahí deberíamos plantearnos la posibilidad de una historia de la fotografía y, en todo caso: ¿qué historia? ¿qué historias...?

Si damos por supuesta tal historia, entonces tendríamos que preguntarnos para qué...

Me interesa la historia en la medida que me marca, en la medida en que se inscribe en mis propios proyectos estéticos. Me interesa la historia y me interesa mi propia historia porque es desde ella que construyo mi producción actual.

La práctica docente me permite ver cotidianamente cómo el meterse con el pasado nos otorga las significaciones que desde un puro presente nos sería imposible descifrar.

Pero no es sólo la historia. Hoy por hoy, ya no es posible apoyarse únicamente en la emoción para sostener un discurso estético, como tampoco basta solo con la imagen (no olvidemos que ya hace un siglo Duchamp dio por agotado el "arte retiniano" y que las transgresiones conceptualistas de los sesenta son, hace ya mucho, citadas como clásicos) salvo que se quiera seguir insistiendo en lo que Philippe Dubois llamó la "estética redundante" que sería algo así como seguir escribiendo, hoy, poesía en términos de "volverán las oscuras golondrinas de tu balcón sus nidos a colgar..."

En los últimos años decir fotografía significa algo distinto a lo que tradicionalmente se entendía como tal. La fotografía ha experimentado cambios rotundos y ha visto derrumbarse viejos paradigmas. Funciones que la habían definido durante casi toda su historia están cuestionadas, obsoletas y en extinción. La encontramos hibridada, mestizada, presente en la más diversas propuestas y soportes y, al mismo tiempo, en el centro de la escena del arte actual.

Vivimos, desde hace bastante, una situación de anomia generalizada que exige profundos esfuerzos de reflexión autocrítica en la definición del propio rumbo. Hoy conviven estilos tradicionales, junto a nuevos discursos y conceptos; quienes suponen que Cartier-Bresson fue lo máximo... y quienes piensan que la historia comenzó en los '60... Este momento, uno de los más ricos desde que apareció la fotografía, nos plantea desafíos apasionantes. Creo, contestando la pregunta, que la importancia de estudiar (no sólo historia sino también semiótica, estética, etc., etc.) está en que, sumado a un trabajo de reflexión y autocrítica permanente, posibilita crecer (además de entender), expandir los horizontes, en fin ayuda a aceptar las diferencias, y por lo tanto a crear, reaccionando de madera madura, libre y plástica, ante los cambios propios y ajenos.




3.- ¿Qué trabajos de autores internacionales han influído sobre tu forma de ver la fotografía?


Es muy difícil responder sin ser esquemático. Creo que el primero fue Cartier-Bresson, luego me fascinó Doisneau. En forma mas o menos caótica fueron apareciendo Capa, Smith, Bischof, Koudelka, Hine...

Mi formación fue absolutamente intuitiva e informal, de modo que iba "descubriendo" nombres que me sacudían y que me llenaban de la maravilla, como diría Doisneau (con quien me identifiqué tanto por sus fotos como por su personalidad).

Dos de las muestras que trajo Sara Facio al Bellas Artes me marcaron profundamente y aún las recuerdo nítidamente: una de Andre Kertész y otra de Atget.

Atget es hasta hoy uno de los que más me conmueve y al mismo tiempo con quien siento muchas afinidades. Sander es otro a quien vuelvo permanentemente.

Por supuesto, en un momento apareció Robert Frank en mi vida y me rompió la cabeza. También con él me identifiqué profundamente... por sus fotos, por su vida, por sus tragedias... ¡Debo decir que lo amo al viejo!

Entre medio de todo esto iban apareciendo Klein, Winogrand, Friedlander, Clark, Arbus, Weegee... ¡Qué sé yo!...¡Tantos!.

Y un día (¡¡estando en Francia!!) descubrí a Chambi y luego a don Manuel Álvarez Bravo... Empecé a mirar para atrás y apareció la Cameron y el trabajo de Hill y Adamson y cada vez era increíble, eran verdaderos viajes... me metía con cada uno de ellos y durante semanas los miraba y los miraba... casi sin darme cuenta fueron apareciendo más nombres y esos nombres fueron armando una enorme y compleja trama en la que permanentemente encontraba estímulos e interrogantes.

Empecé a estudiar y a investigar. Empecé a necesitar darle algún sentido a todo eso tan fuerte que me pasaba... Comencé a mirar la producción de entreguerras, los fotomontajes... se me apareció Rodchenko... Una muestra de Hannah Hoch en el Museo de Arte Decorativo me dejó dando vueltas la cabeza.

Yo venía de otros mundos (de otras vidas), el arte me había resultado siempre algo lejano y sin ninguna conexión con mis intereses y de pronto me encontré sumergido textos y teorías que me atraparon y me hicieron reelaborar y reencauzar todo lo que había hecho hasta entonces...

Y un día me lo encontré a Duchamp, y me enfrenté con el dichoso mingitorio... y... lo revaloricé a Stieglitz y las Little Galleries... Strand; y me fui a ver a los futuristas y me encontré con Balla mirando a Mercurio delante del sol a través de un telescopio y me acordé de Muybridge...

Una noche, en el anfiteatro del Theatre Antique de los Encuentros de Arles proyectaron a los Becher y sus tanques de agua en una pantalla de 130 metros cuadrados!!! Fue muy fuerte, impresionante!!! Al principio me costaron...pero cuando me cayó la ficha...!!! De ahí a Ruscha con quien volví a la misma ruta que había transitado Frank pero esta vez solo para cargar nafta; y me puse a jugar a pasar camiones con Baldessary.

Apareció Graham y sus Homes... y me reencontré con Evans que me hizo acordar otra vez a Atget, que me mandó a Blossfeldt y a Renger-Patzsch...

Despues vino Kosuth, y Warhol pero antes Rauschenberg... y antes Pollock chorreando pintura... y antes...

En fin, más tarde la espiral de Smithson, Beuys y su liebre muerta, Piero llenando prolijamente latitas... Appelt, Mendieta... y Larry Clark abriéndole el camino a la Goldin y a las siestas de Sally Mann y el color de Eggleston y Río Branco y Webb y...

Y otro día paseando por Nueva York con Gabriel Diaz le comenté de un tal Araki, que nadie conocía en Buenos Aires, que me habia interesado y empezamos a recorrer librerías y a revolver y desde entonces me empecé a enganchar con los japoneses... y se me arrugó el corazón con los cuervos de Fukase, me emocioné con Furuya y... su forma de editar, el perro de Moriyama no me dejó dormir varias noches, Morimura me enriqueció a Cindy Sherman, los mares de Sugimoto...

En los últimos años Tracey Mofatt, Bárbara Kruger, Fani-Kayode, Gurski, Ruff, Struth, Jeff Wall, Louise Lawler, Rineke Dijkstra y un largo, largo etcétera, etcétera, etcétera.